Dave (Deiv/monio)
2012-11-09 11:54:54 UTC
Me gustaría responder certeramente,
pero definitivamente tal pulsión,
y eso sí lo sé,
tiene la virtud de aparecer
y desaparecer por azares del destino
o dobleces de la mente;
por el sometimiento a voluntad del sueño
y por la obesa melancolía,
esa,
la que se adhiere a las pestañas
y fenece en los suspiros del alma.
Suspiros molestos que se me ahogan entre la laringe y los dedos.
Reitero,
me falta el axioma
y la certidumbre,
pero también sé que al que no busca el signo
poco mérito le tiene empaparse de odas o de arpegios.
El perfume de una letra
es como un asalto a la memoria
y el fantasma amigo de la ilusión,
de la fe,
de la expectativa viva en los recuerdos
y en los traslúcidos proyectos.
Pero la poesía, creo así se llama,
no está en aquel lugar de siempre.
A veces, cuando cierro mis ojos
y me sumerjo en la total penumbra de la muerte pequeña,
tan condensada y fría,
puedo ver en la línea horizontal
- donde mueren mis ojos-
de la gran sombra,
como se da la sublime erección de un verso
y cómo, envuelto en el plasma infinito de cualquier susurro externo,
cómo roza el vástago de una estrofa
y el teclado tatuado en la yema de mis dedos….
Habla por si sólo.
Pero nunca, nada es evidente aún, insisto.
Porque da igual la onomatopeya con que gime un espíritu lánguido
que el eco estentóreo de una sonrisa vagabunda,
y que sin embargo, no traspone el umbral de la soledad;
o el pavor que grita en silencio,
cuando el olvido se arremolina en las entrañas.
Y aunque parece que nada es biográfico,
todo es una célula de la vida
y las letras,
aún recónditas,
amortiguan la existencia.
En tales casos el poeta es culpable perennemente,
sin delaciones vanas.
Esa terca actitud de latir sincopado
por las vicisitudes y las emociones,
eso es lo que tiene enfermo al mundo del arte.
Tenemos un compromiso aquí Dragón y Hermano:
Impedir la fuga."
Salud y ciao